Texto de Mercedes Pérez Sabbi
Ilustraciones de Renata Gallio
Editorial OQO, 2006
Este libro trata de: Alimentación, inteligencia, cuerpo humano, carteros, animales, absurdo
Propuesta de clasificación documental: AZUL/835
Propuesta de signatura topográfica: AZUL/835/PER/den
Cuando tenemos hambre, pensamos en comida, en apetitosos y olorosos platos recién sacados del horno o en el peor de los casos para nuestra salud en una suculenta hamburguesa, pero siempre lo hacemos sin necesidad de cambiar de dentadura. Somos capaces, mujeres y, hombres incluso, de hacer dos cosas al mismo tiempo: pensar y comer. A Paco Palma, cartero de profesión y protagonista de este cuento, no le ocurre lo mismo, él no puede comer y pensar al mismo tiempo. Tiene dos dentaduras, una blanca para pensar y otra naranja para comer. Un día normal de trabajo Paco Palma reparte las cartas al ritmo de una canción que él mismo canta (por supuesto lleva la dentadura blanca puesta), los ruidos de sus tripas le anuncian que ha llegado la hora de comer, pero se ha olvidado de algo...
La realidad en la que se desarrolla este cuento se mezcla con la fantasía y lo surrealista de las increíbles situaciones que se suceden. El final de la historia sigue mezclando realidad y fantasía en unos hechos que no pueden suceder, ni siquiera en la realidad de un cuento, pero que tienen su lógica en el desarrollo de la historia. El argumento sencillo, acompañado de las ilustraciones, raras y exageradas en ocasiones, la cantinela y lo extraño y cómico, sobre todo para ellos que ninguno usa dentadura postiza, de tener que usar dos dentaduras, además de diferentes colores, les engancha desde el comienzo de la historia e intuyen o entienden los sucesivos momentos del relato de la argentina Mercedes Pérez, por extravagantes que puedan resultar. Las ilustraciones de Renata Gallio hacen más evidentes y observables las diferentes escenas cómicas que se suceden en la historia. En Educación Infantil está bastante extendida la costumbre de tener en el aula, una silla o lugar “para pensar” cuando algún niño o niña no cumple las normas establecidas. Esta práctica, nada aconsejable desde mi punto de vista, puede que se tambalee si se les lee este cuento y es posible que los niños y niñas pidan una dentadura naranja “para sentarse”, la blanca, para pensar, siempre la tienen puesta.
Mirta
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