Joan Sfar
Alfaguara, 2.005
Este libro trata de: Niños diferentes, Personajes sobrenaturales, Relaciones personales, Relaciones familiares, Niños y niñas, Escuelas, Amistad
Propuesta de clasificación documental: ROJO/87
Propuesta de signatura topográfica: ROJO/87/SFA/vam
Con Vampir fue amor a primera vista. Lo llevé al parque y las niñas lo rodearon con esa expresión entre curiosa y discreta con que se miran los juguetes que están a punto de quitarte por “inadecuados”. Lo llevé al colegio, como él quería, y todos prepararon un lugar en su mochila para que les acompañara a casa. Le han inventado recetas, paraguas, peluches… Vampir sobrevuela parques y colegios con apariencia modesta, pero allá donde aparece, triunfa. Ah. ¿Tú preguntas quién es Vampir? Yo, en tu lugar, lo buscaría en la biblioteca que te quede más cerca y me uniría al club de fans. No importa la edad que tengas. Total, él como buen vampiro te lleva siglos de delantera. Claro que será eternamente pequeño, pero por fortuna su creador, Joann Sfar, no es de los que piensan que pequeño es sinónimo de simple, edulcorado y limitado. Tanto los textos como los dibujos de Sfar están dispuestos en todo momento a ser honrados: a incluir esa palabra precisa, ese trazo o perspectiva exactos, y, sobre todo, esas emociones y preguntas implacables que los niños reclaman como herramientas para aprender la vida. Porque de vida se trata, paradójicamente. Este mundo de muertos y monstruos que tan atractivo resulta para los pequeños de la casa (a algo tenían que aferrarse después del lavado y perfumado al que han sido sometidos los cuentos tradicionales a partir de Disney) está lleno de humanidad y comprensión de buena ley. El lector se siente entre amigos, con derecho a declarar o escuchar cosas tan íntimas como las creencias, los sueños o la culpa, en un estilo directo y sencillo que no les resta ni un ápice de valor, pero sí la pedantería con que los mayores revestimos habitualmente lo profundo. Creo que aún no lo he mencionado: Vampir es un personaje de cómic, género que con frecuencia también es infravalorado por los adultos. La aparente facilidad de su lectura lo convierte en un “mal menor” al que acudir cuando nuestros hijos son perezosos a la hora de encarar títulos de “mayor longitud y prestigio”. Sin embargo los aficionados coinciden en dar una respuesta más madura: Las historietas siempre se releen. Y en cada momento nos fijamos en una nueva faceta, realizamos humildes interpretaciones, y transitamos pequeñas dudas que nos mantienen creciendo. Por favor, llevad a Vampir al colegio. Descubriréis que merece la pena.
Bea
Yo también adoro a Vampir, y a su versión adulta, Gran Vampir. Gracias, Bea, por tu estupenda reseña: ya tengo excusa para releerlo.
ResponderEliminarEMMA