17 ago 2012

VOCES EN EL PARQUE

VOCES EN EL PARQUE
Anthony Browne
Fondo de Cultura  Económica, 1999


Este libro trata de: Convivencia, imaginación, naturaleza, relaciones sociales, vida cotidiana, tolerancia
Propuesta de clasificación documental: AMARILLO/CUENTOS
Propuesta de sigantura topográfica: AMARILLO/CUENTOS/BRO




   La historia es, en apariencia, bastante trivial. Dos personajes, un hombre y una mujer, salen a estirar las piernas y a pasear cada uno con su hijo y con su hija a su perro y a su perra por el parque. En ese espacio de libertad, la naturaleza sigue su curso y los niños y los perros juegan, corren, se conocen y disfrutan de la compañía.
   El título hace referencia a voces. Efectivamente, hay cuatro voces, cuatro narradores  que se corresponden con  los cuatro personajes, y cada uno nos cuenta ese mismo encuentro desde su punto de vista. ¿La misma historia cuatro veces? ¡Qué aburrimiento! Podría pensar alguno, pero curiosamente, la misma historia deja de ser la misma historia porque cada personaje ve, siente y vive los acontecimientos de forma distinta y así nos los presenta. Multiperspectivismo, o “todo depende del cristal con que se mire”. Los cuatro comparten el mismo espacio, el parque, pero su visión del mundo, subjetiva, les hace vivir el parque en estaciones diferentes.
      Así, la primera voz se corresponde con una mujer de clase alta, enjoyada, madre autoritaria y sobreprotectora. Estricta, cuyo elitismo le impide relacionarse con los demás y disfrutar del parque y, lo que es peor, dejar que los demás disfruten. Cuando abandona el parque, el suelo se cubre de las hojas caídas del otoño. ¡Qué tristeza!
       La segunda voz es la de un hombre en paro, deprimido, al que el paseo le aporta energía, le renueva y hace olvidar, aunque sea temporalmente, sus problemas económicos. Efectivamente, la ilustración muestra cómo tras el paseo por el parque, las farolas florecen y los árboles resplandecen con la iluminación navideña, característica del invierno. El suelo muestra ahora un rastro de nieve. Incluso hay un Papa Noel danzarín.
       Y a los niños les corresponden la tercera y cuarta voces. ¡Ah, el universo infantil! Son niños que solo quieren disfrutar, jugar. Carlos, la tercera voz, es un niño tímido con una madre autoritaria, (con un rojo sombrero masculino),  que no le deja relacionarse con niños de clase “inferior”, a los que ella considera “andrajosos”, como denomina a Mancha. Para él esa tarde primaveral ha supuesto la felicidad. Ha subido a los árboles, ha bajado por el tobogán, dado volteretas y jugado en la fuente… Y quiere que se repita, por lo que al alejarse del parque va dejando, a la manera de Hansel y Gretel,  su rastro de migas de pan. Ha encontrado el camino del amor, de la amistad, de la alegría y no quiere perderlo. “Ojalá que Mancha esté ahí la próxima vez. ¿Estará?” Va pensando.
       Y finalmente, la cuarta voz. Es la de Mancha, una niña alegre y vital, para la cual el mundo está lleno de luz y colores, para la que las copas de los árboles se transforman en jugosas frutas. Representa el verano.
Y aún podrían ser más las voces, ¿por qué no añadir la visión de Victoria y Alberto, esos perritos con nombres tan humanos?
       Cuatro personajes, cuatro estaciones; cuatro maneras de percibir la realidad, cuatro maneras de contarla y cuatro tipos de letra diferentes, tal y como lo muestran las letras del título de la cubierta. Uno para cada “voz”. De mayor tamaño para los adultos, aún más grande y en negrita para el hombre, (indicando quizás bajo nivel cultural), escolar y más tenue para el tímido e inseguro Carlos, infantil y temblona para la pequeña Mancha.  
      Voces en el parque es un libro con cuya lectura disfrutará el alumnado de primer ciclo de Secundaria; un libro que admite muchas posibilidades para trabajar el concepto de narrador en clase de Lengua Castellana; un libro para leer con calma, para comentar las imágenes y su relación con el estado anímico de los personajes, o para disfrutar de las imágenes. Algunas, totalmente surrealistas, parecen extraídas de cuadros de Magritte. Por ejemplo, aquella que muestra las ramas de los árboles, las nubes y las farolas transformadas en sombreros. En otras ocasiones, nos hacen sonreír al reconocer en alguna esquina de la página a la Gioconda o a King Kong; otras, nos entristecen, al percibir la sombra materna que oculta al niño. Pero al llegar a la última página, con su mensaje optimista suspiramos con el recuerdo feliz de esa tarde en el parque, representado por la flor y la taza de té decorada. 
    El autor del álbum, el británico Anthony Browne, ha escrito e ilustrado muchos otros libros destinados a público infantil: Entre ellos, King Kong, Gorila, Zoológico… De algunos, se puede leer la reseña en este blog. Y también en esta obra encontramos las señas de identidad del autor: los gorilas y los sombreros. 

Begoña L.

No hay comentarios:

Publicar un comentario